jueves, 2 de enero de 2014

La formulación clínica estratégica



    Desde el enfoque estratégico representado por G.Nardone & P.Watzlawick (2012) el problema que presenta un paciente se encuentra definido por los intentos de solución, y a su vez estos intentos disfuncionales determinan las soluciones alternativas que serán necesarias aplicar para resolver el problema superando las dificultades que se vayan presentando durante toda la intervención.

     La peculiaridad principal que caracteriza a la formulación clínica del caso desde este enfoque teórico se halla en que para encontrar la solución al problema planteado por el paciente no es necesaria una explicación previa del problema, un por qué, o sea, que no sería necesario el componente número 4 de la formulación clínica tradicional, ya que son las mismas soluciones intentadas hasta el momento las que conducen al descubrimiento de cómo funciona el problema. De este modo, la formulación del caso se centra en el presente, en las dinámicas actuales de persistencia y cambio, en el cómo funciona el problema, posibilitando el máximo resultado con el mínimo esfuerzo (PSE). En este sentido, la corriente estratégica en su énfasis por las variables actuales que mantienen el problema, es decir, su contexto actual, adopta la misma perspectiva que los enfoques conductuales de tercera generación como la Teoría de Aceptación y Compromiso (ACT), sin que ello quiera decir que no se preste atención al contexto histórico que ha generado la conducta disfuncional, pero en su justa medida, sin otorgar la importancia que otros enfoques le dan a los por qué de los problemas, a los contenidos, ya que el hecho de dar y pedir razones y justificaciones más que ayudar a solucionar el problema contribuyen a mantenerlo .

     Si en toda formulación clínica el objetivo primordial es identificar y comprender el mecanismo central del problema, su corazón, en el enfoque estratégico éste consistirá en conocer el sistema perceptivo-reactivo del paciente, es decir, su modelo recurrente y redundante de afrontamiento ante las dificultades, sus soluciones intentadas, que si bien son realizadas con las mejores intenciones, en realidad, lo que producen son los peores resultados, o sea, que el problema o patología se mantenga. En suma, se trata de identificar la lógica del problema, ya que para que la intervención sea eficaz la lógica de las técnicas terapéuticas o estratagemas utilizadas para tal fin deben de coincidir con la del problema en cuestión. (Nardone y Balbi, 2011)

     Por otro lado, hay que tener presente que toda intervención sólo es eficaz si antes están claramente definidos todos y cada uno de los diferentes pasos del protocolo, o sea, de la formulación clínica del caso. Así pues, la terapia citada se concibe como una tecnología que se caracteriza por su predictibilidad, es decir, por su predisposición y ejercicio constante. De este modo, según Nardone et al. (2011) la formulación clínica junto al posterior tratamiento pasa por tener a disposición una estrategia que sea capaz no sólo de alcanzar el objetivo, sino que en sus partes está compuesta de una serie de maniobras tácticas, que en cada fase, mientras actúan me indiquen lo que estoy produciendo, permitiéndome medir el fallo de la acción en todo momento y fase para su corrección. En fin, un modelo auto-correctivo y controlable en sus efectos.

     En concreto, los componentes de la formulación clínica del caso que se proponen desde la Terapia Breve Estratégica son:
  1. Definición descriptiva y concreta del problema
Se trata de obtener información sobre qué es lo que ocurre o cuál es el problema, quién o quienes están implicados, dónde y cuándo tiene lugar la situación problemática, y cómo ocurre o qué condiciones lo acompañan. Es de gran relevancia durante esta fase en especial tomarse todo el tiempo que sea necesario, siguiendo la lógica de “Salir después para llegar antes”. Además, es muy recomendable intentar abordar el problema desde todas las perspectivas posibles lo que favorecerá el posterior diseño de la intervención.
  1. Determinación y acuerdo sobre el objetivo
Junto al paciente se acuerdan qué cambios concretos serían necesarios realizar para resolver el problema, lo que favorece un incremento de la colaboración y cohesión en la relación terapéutica.
  1. Evaluación de las soluciones intentadas
Se podría afirmar que ésta constituye la fase primordial dentro de este enfoque teórico, ya que en ella se irá desvelando la lógica del problema. Básicamente consiste en identificar y valorar los intentos de solución llevados a cabo hasta la fecha y los resultados obtenidos, lo que permitirá tomar conciencia de: a) los intentos fallidos, lo que no funciona y es causa del mantenimiento del problema y por lo tanto lo que no hay que hacer, y b) aquellas soluciones que sí han tenido éxito, las excepciones, que se convertirán en puntos de anclaje que utilizar para resolver el problema.
  1. Aplicación de estratagemas
Si bien a partir de esta fase comienza de un modo más explícito lo que comúnmente se denomina fase de tratamiento, en sus primeros compases las tareas o técnicas utilizadas sirve para continuar explorando el problema en cuestión. En especial, se utilizan en el siguiente orden las estrategias que se exponen a continuación:

Cómo empeorar o agravar el problema: se trata de que el paciente enumere todas las modalidades posibles de fracaso o busque todas las soluciones que podrían utilizarse para empeorar la situación. Dicha estrategia tendrá dos efectos: a) generará aversión a aquellas soluciones disfuncionales, es decir, se sabrá lo que no hay que hacer, y b) facilitará la creatividad o búsqueda espontánea de soluciones alternativas como respuesta opuesta a una obligación liberándonos de la trampa paradójica de la voluntad.

Escenario más allá del problema: consiste en pedir al paciente que imagine cómo sería la situación en la que se encontraría si el problema estuviera resuelto, lo que permitirá descubrir sus características pudiendo seleccionar aquellos aspectos realizables. Aunque siempre es conveniente comenzar por el cambio más pequeño e inocuo. Además, no hay que olvidar que la ficción reiterada, como profecía autocumplida, se convierte en realidad.

Escalador: a través de esta estrategia el paciente traza la ruta o camino a seguir para superar su problema, no desde donde se encuentra en el momento actual, sino desde la cima u objetivo final. Ello le permitirá seguir el camino más fácil al ir fraccionando el objetivo en micro-objetivos, es decir, al ir imaginando los estados anteriores que serían necesarios para alcanzar la meta que se propone y elegir para comenzar su andadura el cambio más pequeño y concreto enumerado. También aquí nos encontramos ante la profecía que se cumple a sí misma (Nardone, 2012).

     Para terminar, al igual que defienden la inmensa mayoría de corrientes teóricas, la flexibilidad es una característica irrenunciable dentro de la Terapia Breve Estratégica. Tanto los problemas como los objetivos, por su propia naturaleza, pueden ir cambiando en todo momento haciéndose necesario ir definiéndolos constantemente con el fin de conseguir la mayor eficacia y eficiencia para el paciente.

Síntesis

     La formulación clínica del caso dentro del proceso psicoterapéutico es un paso imprescindible para el éxito de éste, ya que nos permitirá planificar la intervención más adecuada ajustándola a las peculiaridades del paciente. La formulación clínica al identificar de manera descriptiva y concreta el problema posibilita comprender los factores que lo predisponen, lo precipitan y lo mantienen, siempre sin perder de vista la vida del paciente, su demanda, necesidades, metas y valores; y al integrar toda esta información se facilita un diseño de tratamiento más efectivo. Aunque no hay que olvidar que la selección e integración de la información pertinente nunca será neutra, sino que siempre será deudora de una corriente teórica concreta, es decir, que a partir de un mismo caso se podrán realizar diferentes formulaciones clínicas dependiendo del marco teórico en el que se inserte el psicoterapeuta.

    Al margen de esta diversidad, en general, la mayoría de las formulaciones clínicas descansan en tres supuestos: a) nivel de inferencia a partir de la información proporcionada por el paciente, b) se basan fundamentalmente en juicios clínicos, y c) se encuentran estructuradas en componentes pre-definidos.

     En particular, desde el enfoque estratégico, que ha sido el analizado aquí, Nardone (2012) propone que los componentes que conforman la formulación clínica son:
  1. Definición descriptiva y concreta del problema específico del paciente
  2. Determinar y acordar el objetivo
  3. Evaluar las soluciones intentadas
  4. Aplicación de estratagemas

     En suma, independientemente de la corriente teórica, cuando hablamos de la formulación del caso clínico nos estamos refiriendo a una herramienta científica imprescindible en el proceso terapéutico que permite un adecuado equilibrio entre las particularidades del paciente y la generalidad del modelo teórico, aumentando así las garantías de éxito en cuanto a la solución del problema presentado.

Referencias bibliográficas

Ballesteros de Valderrama, B.P., Caycedo Espinel, C.C. & Novoa Gómez, M.M. (2008) Análisis de un protocolo de formulación de caso clínico desde las categorías de bienestar psicológico. Universitas Psychologica, V.7, pp.231-250
González Bravo, L.A. (2008) Formulaciones clínicas en Psicoterapia. Terapia Psicológica, V.27, Nº 1, pp.93-102
Nardone, G. & Balbi, E. (2011) Surcar el mar sin que el cielo lo sepa. Herder
Nardone, G (2012) Problem Solving Estratégico. Herder
Nardone, G. & Watzlawick, P. (2012) El arte del cambio. Herder

Bibliografía


Wilson, K.G. & Luciano Soriano, M.C. (2012) Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT). Psicología Pirámide


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