Soluciones simples para problemas complejos. G. Nardone
La Terapia Breve Estratégica es un enfoque original sobre la formación y la solución de los problemas humanos que encuentra su máxima expresión en Giorgo Nardone y Paul Watzlawick, en dónde la intervención se centra, por una parte, en eliminar los síntomas o el comportamiento disfuncional por el cual la persona ha recurrido a terapia, y por otra parte, en producir un cambio de las modalidades según las cuales la persona construye su propia realidad personal e interpersonal.
Se trata de una intervención radical y duradera, y no una terapia superficial y meramente sintomática. A diferencia de las tradicionales teorías psicológicas y psiquiátricas, el enfoque estratégico no se basa en ninguna teoría sobre en qué consiste la “naturaleza humana”, la “salud”, lo normal o la patología psíquica. El principal interés lo constituye la manera en la que las diversas personas se relacionan consigo mismas, con los otros y con la realidad, lo que determinará que su comportamiento se funcional o disfuncional.
De este modo, cuando nos encontramos frente a una dificultad – sea personal, relacional o profesional – la primera cosa que intentamos hacer para resolverla es utilizar una estrategia que nos parece eficaz, tal vez porque haya funcionado en el pasado para una situación similar. Si la estrategia elegida funciona la dificultad se resuelve en tiempo breve, pero a veces sucede que nuestra estrategia no funciona como esperaríamos y que esto nos lleva a intensificar nuestros esfuerzos en esa dirección. Pero cuanto más nos esforzamos en aplicar esta estrategia, la dificultad inicial no sólo no parece irresoluble sino que incluso se complica, transformándose en un verdadero problema estructurado, un círculo vicioso. En estos casos son los mismos esfuerzos que la persona ejerce en dirección del cambio lo que mantienen la situación problemática, es decir: las “soluciones intentadas” probadas por el sujeto y por las personas de su entorno para intentar resolver el problema terminan por alimentarlo y determinar así su continuidad. Incluso, a menudo estos intentos de solución son reconocidos por la propia persona como no funcionales, pero a causa de que se ve incapaz de actuar de otro modo sigue inmerso en la misma dinámica desarrollándose desconfianza ante la posibilidad de un cambio de la propia situación problemática.
Así pues, para cambiar una situación problemática no es necesario desvelar las causas originarias (aspecto sobre el cual, por otro lado, no tendríamos ninguna posibilidad de intervención), sino comprender cómo funciona el problema, es decir, cómo se mantiene en el presente mediante las “soluciones intentadas” llevadas a cabo una y otra vez. Por este motivo, el terapeuta estratégico se enfoca, desde el inicio de la terapia, sobre la ruptura de este círculo vicioso, trabajando sobre el presente más que sobre el pasado, sobre cómo funciona el problema más que sobre el “porqué” existe, sobre la búsqueda de las soluciones más que de las causas.
El objetivo último de nuestra intervención terapéutica es conseguir desplazar la perspectiva originaria rígida y disfuncional del cliente (que se manifiesta a través de las soluciones intentadas) hacia una perspectiva más elástica y funcional, con mayores posibilidades de elección. De este modo, se garantiza que la persona adquiera la posibilidad de afrontar el problema con mayor flexibilidad, disfrutando de la ventaja de haber desarrollado diversas estrategias de resolución con lo que sus capacidades de afrontamiento, autonomía y autoestima se ven incrementadas.
Para alcanzar este objetivo de la forma más eficaz y rápida posible, la intervención estratégica es de tipo activo y prescriptivo y debe producir resultados ya desde la primera sesión. Si esto no ocurre, el terapeuta está en condiciones de modificar su propia estrategia con base a las respuestas del cliente, hasta encontrar la estrategia idónea para guiar a la persona al cambio definitivo de su propia situación problemática.
Resultados:
Diferentes estudios ("Brief Strateic Therapy", Nardone, Watzlawick, Rowman & Littlefield Publishers Inc, MD, USA, 2004) han mostrado que 9 de cada 10 personas que optan por la Terapia Breve Estratégica consiguen resolver sus problemas con una completa superación de éstos y con una duración media del tratamiento de sólo 7 sesiones.
Áreas de trabajo:
Miedos, fobias, pánico.
Ansiedad y preocupaciones.
Obsesiones y compulsiones.
Manías y paranoias.
Psicosis y supuestas psicosis.
Depresión.
Luto y estrés postraumático.
Adicciones: tabaco, drogas blandas, internet, sexo, compras compulsivas, juego, etc.
Relaciones familiares: adolescentes, niños, etc.
Relaciones de pareja.
Problemas amorosos.
Problemas de alimentación: anorexia, bulimia, vomiting, atracones.
Dieta paradójica.
Ansiedad de prestación o bloqueo en rendimiento en diferentes ámbitos.
Se trata de una intervención radical y duradera, y no una terapia superficial y meramente sintomática. A diferencia de las tradicionales teorías psicológicas y psiquiátricas, el enfoque estratégico no se basa en ninguna teoría sobre en qué consiste la “naturaleza humana”, la “salud”, lo normal o la patología psíquica. El principal interés lo constituye la manera en la que las diversas personas se relacionan consigo mismas, con los otros y con la realidad, lo que determinará que su comportamiento se funcional o disfuncional.
De este modo, cuando nos encontramos frente a una dificultad – sea personal, relacional o profesional – la primera cosa que intentamos hacer para resolverla es utilizar una estrategia que nos parece eficaz, tal vez porque haya funcionado en el pasado para una situación similar. Si la estrategia elegida funciona la dificultad se resuelve en tiempo breve, pero a veces sucede que nuestra estrategia no funciona como esperaríamos y que esto nos lleva a intensificar nuestros esfuerzos en esa dirección. Pero cuanto más nos esforzamos en aplicar esta estrategia, la dificultad inicial no sólo no parece irresoluble sino que incluso se complica, transformándose en un verdadero problema estructurado, un círculo vicioso. En estos casos son los mismos esfuerzos que la persona ejerce en dirección del cambio lo que mantienen la situación problemática, es decir: las “soluciones intentadas” probadas por el sujeto y por las personas de su entorno para intentar resolver el problema terminan por alimentarlo y determinar así su continuidad. Incluso, a menudo estos intentos de solución son reconocidos por la propia persona como no funcionales, pero a causa de que se ve incapaz de actuar de otro modo sigue inmerso en la misma dinámica desarrollándose desconfianza ante la posibilidad de un cambio de la propia situación problemática.
Así pues, para cambiar una situación problemática no es necesario desvelar las causas originarias (aspecto sobre el cual, por otro lado, no tendríamos ninguna posibilidad de intervención), sino comprender cómo funciona el problema, es decir, cómo se mantiene en el presente mediante las “soluciones intentadas” llevadas a cabo una y otra vez. Por este motivo, el terapeuta estratégico se enfoca, desde el inicio de la terapia, sobre la ruptura de este círculo vicioso, trabajando sobre el presente más que sobre el pasado, sobre cómo funciona el problema más que sobre el “porqué” existe, sobre la búsqueda de las soluciones más que de las causas.
El objetivo último de nuestra intervención terapéutica es conseguir desplazar la perspectiva originaria rígida y disfuncional del cliente (que se manifiesta a través de las soluciones intentadas) hacia una perspectiva más elástica y funcional, con mayores posibilidades de elección. De este modo, se garantiza que la persona adquiera la posibilidad de afrontar el problema con mayor flexibilidad, disfrutando de la ventaja de haber desarrollado diversas estrategias de resolución con lo que sus capacidades de afrontamiento, autonomía y autoestima se ven incrementadas.
Para alcanzar este objetivo de la forma más eficaz y rápida posible, la intervención estratégica es de tipo activo y prescriptivo y debe producir resultados ya desde la primera sesión. Si esto no ocurre, el terapeuta está en condiciones de modificar su propia estrategia con base a las respuestas del cliente, hasta encontrar la estrategia idónea para guiar a la persona al cambio definitivo de su propia situación problemática.
Resultados:
Diferentes estudios ("Brief Strateic Therapy", Nardone, Watzlawick, Rowman & Littlefield Publishers Inc, MD, USA, 2004) han mostrado que 9 de cada 10 personas que optan por la Terapia Breve Estratégica consiguen resolver sus problemas con una completa superación de éstos y con una duración media del tratamiento de sólo 7 sesiones.
Áreas de trabajo:
Miedos, fobias, pánico.
Ansiedad y preocupaciones.
Obsesiones y compulsiones.
Manías y paranoias.
Psicosis y supuestas psicosis.
Depresión.
Luto y estrés postraumático.
Adicciones: tabaco, drogas blandas, internet, sexo, compras compulsivas, juego, etc.
Relaciones familiares: adolescentes, niños, etc.
Relaciones de pareja.
Problemas amorosos.
Problemas de alimentación: anorexia, bulimia, vomiting, atracones.
Dieta paradójica.
Ansiedad de prestación o bloqueo en rendimiento en diferentes ámbitos.
C/ Cristobal Lozano nº 20
02400 Hellín (Albacete)
670037355
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