viernes, 4 de octubre de 2013

Aclarando el asunto




    Un perro había ensuciado la calle entre dos casas. Cada vecino reclamaba que el otro la limpiara. Nasrudín estaba en el tribunal cuando el asunto fue presentado ante el juez. A éste no le hacía ninguna gracia que Nasrudín afirmara ser un árbitro en derecho consuetudinario. El caso, en verdad, era peliagudo. Así que el juez lo aprovechó para bajarle los humos al Mulá.

- Acataré tu decisión, sea cual sea, Mulá Nasrudín, ya que estamos ante un caso difícil. Usted tiene la última palabra – dijo el juez.
- Mi decisión – dijo Nasrudín – es que al ser competencia de la judicatura aclarar los asuntos en una disputa, sea usted mismo el que deba limpiarla.

jueves, 3 de octubre de 2013

Segunda herejía de la TBE


“El hombre es tan perfectible y tan corrompible que puede enloquecer por medio de la razón”
 G.C. Lichtenberg

     La tarea del terapéuta no se centra en el análisis de lo profundo y la búsqueda de las causas del problema hasta la extrapolación de las verdades escondidas, sino en desentrañar cómo funciona y cómo se puede cambiar la situación de malestar de un sujeto, de una pareja o de una familia. Se produce un paso de los contenidos a los procesos, de un saber por qué hacía un saber cómo; ayudando al paciente a resolver su problema y a que adquiriera, por medio de una nueva experiencia de sus circunstancias, la capacidad de afrontar por sí solo de un modo más adecuado sus posibles problemas futuros.

   El enfoque estratégico defiende que los trastorno psíquicos y comportamentales se encuentran determinados por la propia percepción de la realidad que posee el sujeto, es decir, por su propio punto de vista que hace que perciba y construya una realidad ante la cual reacciona con una conducta disfuncional concreta. Ésta, sin embargo, a menudo, es la mejor opción que el sujeto conoce y cree poder ejercer en la situación problemática en la que se halla inmerso. Y con frecuencia, son estas mismas soluciones intentadas las que mantienen o agravan el problema. Una solución que en una situación derterminada ha demostrado ser buena y resolutiva puede convertirse, aplicada a una nueva situación, en una verdadera complicación del problema. Puede parecer extraño y paradójico pero, a menudo, los esfuerzos para cambiar algo no hacen más que mantener inmutable eso mismo que se desea cambiar, reforzando su problematicidad.

     De este modo, la intervención terapéutica estratégica consiste en desplazar el punto de vista del sujeto, desde su rígida y disfuncional posición perceptivo-reactiva a una nueva perspectiva más elástica, menos rígida y con más posibilidades de elección, en consonancia con uno de los imperativos estéticos del constructivismo:

Obra siempre de modo que aumentes el número de posibilidades de elección”
Von Foerster

    Este cambio de perspectiva se produce a través de un cambio en la percepción de la realidad que transforma a la realidad misma, lo que conlleva una transformación de toda la situación y de las reacciones ante ella. El sujeto adquiere, de este modo, la capacidad de enfrentarse a un problema recurriendo a todo un abanico de diversas posibles estrategias eficaces que hasta el momento no poseía.

NARDONE & WATZLAWICK, El arte del cambio, Herder


C/ Cristobal Lozano nº 20
02400 Hellín (Albacete)
 670037355

miércoles, 2 de octubre de 2013

Primera herejía de la TBE


Para conocer la verdad es preciso imaginarse miles de falsedades. Porque, ¿qué es la verdad? Para la religión, es simplemente una opinión que pervive. Para la ciencia, es el último descubrimiento sensacional. Para el arte, nuestro último estado de ánimo” Oscar Wilde
   
     Hereje es aquel que tiene posibilidad de elegir. Y el terapéuta estratégico puede considerarse un hereje respecto a los modelos tradicionales, ya que no se deja encarcelar ni por un modelo rígido de interpretación de la naturaleza humana y de la realidad, ni por una concepción metodológica rígida y ortodoxa de la psicología y la psiquiatría. Su quehacer, como diría Ortega, se basa en la epistemología constructivista que parte de la comprobación de la imposibilidad, por parte de cualquier ciencia, de ofrecer una explicación absolutamente verdadera y definitiva de la realidad y sobre el hecho de que la realidad, más bien, está determinada por el punto de observación del investigador/sujeto. No existe una sola realidad, sino tantas realidades como puntos de observación e instrumentos empleados para observar.

    No se describe la naturaleza humana en términos de sanidad o normalidad en oposición a los términos propios de la patología, como sucede con las teorías tradicionales, sino que desde el enfoque estratégico lo que interesa es la funcionalidad del comportamiento humano frente a los problemas de la existencia y de la convivencia de los individuos, en los mismos términos de percepción y relación que todo individuo vive consigo mismo, con los demás y con el mundo. No se dirige la atención hacia los objetos/sujetos en sí, sino a los objetos/sujetos en su relación consigo mismos y con los demás, ya que es imposible aislar a un sujeto de su contexto interactivo. O lo que es lo mismo, ante una cerradura no importa la cerradura en sí, sino únicamente la llave que la abre.

     Así pues, lo relevante es la relación interdependiente que cada cual vive consigo mismo, con los demás y con el mundo. El objetivo pues, es el buen funcionamiento de estas relaciones, no en términos generales y absolutos de normalidad, sino en términos de realidad totalmente personal, diversa de individuo a individuo y de contexto a contexto. Siempre se adaptan las estrategias a la situación y a las personas, y no la situación y las personas a las propias teorías.

NARDONE & WATZLAWICK, El arte del cambio, Herder


C/ Cristobal Lozano nº 20
02400 Hellín (Albacete)
 670037355

martes, 1 de octubre de 2013

Como hacer que la cosa siga




Nasrudín solía plantarse en al calle todos los días que había mercado para que le señalaran con el dedo como a un idiota. No importaba cuán a menudo la gente le diera a elegir entre una moneda grande y pequeña, el Mulá siempre elegía la pequeña.

Un día un hombre bondadoso se le acercó y le dijo:

- Mulá, deberías tomar la moneda más grande. Así tendrías más dinero y la gente dejaría de considerarte un imbécil.
- Puede que sea cierto, pero si tomara la más grande la gente dejaría de ofrecerme dinero para demostrar que soy un idiota.