La
formulación clínica de un caso es un proceso gracias al cual se
integra, desde un marco teórico concreto, un conjunto de información
con el fin de definir un patrón coherente acerca del paciente y su
problema, facilitando la comprensión e intervención sobre el mismo.
Es un enlace entre el diagnóstico y el tratamiento que orienta al
terapeuta durante toda la intervención. Además de su función
integradora, también es de destacar su función explicativa del
problema, su función prescriptiva al facilitar el diseño del
tratamiento resaltando los aspectos más relevantes del problema, su
función predictiva proveyendo una línea base y su función de guía
en la relación terapéutica. Resumiendo, la formulación clínica es
una intersección de diagnóstico, tratamiento, teoría, práctica,
descripción y etiología.
A pesar de como muestran algunos resultados recogidos en ciertas investigaciones sobre
las formulaciones clínicas sobre la existencia de ciertas dificultades a la hora de
integrar de una manera congruente la epistemología, la teoría y la
práctica clínica, lo cual conlleva un aumento de las
probabilidades a la hora de mezclar e incluso confundir conceptos
provenientes de marcos teóricos distintos, reflejando una
comprensión incompleta y ecléctica del caso clínico, lo que lleva a que no en todos los casos se realiza una intervención acorde a las
necesidades reales del paciente. Si se puede afirmar, sin embargo, que no cabe ninguna duda
respecto a los beneficios que el uso de una formulación clínica
aporta al diseño de tratamiento más adecuado. (Ballesteros de
Valderrama, B.P., Caycedo Espinel, C.C. & Novoa Gómez, M.M.,
2008)
En
función de la corriente teórica en la que se inscriba el
psicoterapeuta se adoptará por poner en práctica una formulación
clínica u otra. Las teorías permiten: a) identificar las
características personales que inciden en el problema y b)
proporcionan una descripción de cómo estas características dan
origen a los problemas psicológicos (González Bravo, 2008). Al
margen del enfoque teórico desde el que se opere, lo ideal es
producir formulaciones clínicas que garanticen el adecuado
equilibrio entre las características particulares del paciente y los
enunciados generales de la teoría, permitiendo la implementación de
planes de intervención ajustados al paciente.
Se
puede afirmar que la inmensa mayoría de las formulaciones de casos
descansan sobre los supuestos de inferencia a partir de la
información proporcionada por el paciente, sobre el juicio clínico
del psicólogo y sobre su compartimentalización en componentes
pre-definidos. Respecto a los componentes más usuales Morris (2003)
recoge los siguientes:
- Identificar el problema del paciente
- Desarrollar las hipótesis sobre las características disfuncionales del paciente
- Desarrollar un modelo de trabajo a través del cual las características generan el problema
- Identificar el origen de las características disfuncionales a partir de la teoría correspondiente
- Acordar los objetivos del tratamiento
- Especificar las características personales revisadas
- Seleccionar las intervenciones
En otro artículo analizaremos cuáles son las particularidades
de la formulación clínica propia de la Terapia Breve Estratégica, el enfoque psicológico con el que trabajamos en el Centro de Terapia Breve Sakina, prestando especial atención a sus diferentes componentes.
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