Se podría afirmar que las diferentes dietas existentes en el
mercado son eficaces, es decir, que permiten a quienes las siguen
adelgazar de manera real. Pero por otro lado, también se podría
afirmar que en realidad, ninguna de ellas funciona satisfactoriamente
ya que no consiguen que se mantengan los resultados obtenidos. Es
más, sólo el 10% de los pacientes que optan por una dieta siguen las recomendaciones
dietéticas.
Como muy bien aclara Nardone: “El motivo de que todas las dietas
fracasen es que todas se basan en la idea del control, de la
limitación y del sacrificio; por consiguiente, antes o después se
vuelven insoportables porque chocan pesadamente con la sensación
fundamental en la que se basa nuestra relación con la comida: el
placer.” De este modo, no hay dieta que no se enfrente al
interminable conflicto entre la voluntad y el deseo de placer que
conduce al intento de control que termina haciendo perder el control.
A continuación, se muestran cuales son las soluciones más practicadas para conseguir estar a dieta, con sus consiguientes
efectos paradójicos.
- El efecto transgresión: cuanto más me lo prohibo, más lo deseo
No hay nada más irresistible que una prohibición por
transgredir. O. Wilde
Este tipo de dietas están basadas en la restricción de alimentos
o en un control nutritivo de la alimentación, consumiendo sólo
aquellos considerados buenos, nutritivos o pocos calóricos,
desechando y evitando a toda costa aquellos otros considerados como
peligrosos o que posean muchas calorías. Pero la decisión de
prohibirse los alimentos "peligrosos", lo que conlleva en
realidad, es que éstos se vuelvan cada vez más apetitosos, hasta
que llega un punto en el que el deseo por consumirlos desborda toda
posible barrera o control al igual que ocurre con las crecidas de un
río. Y dicha transgresión será directamente proporcional a la
prohibición, ya que todo deseo por el mero hecho de reprimirlo se
vuele más arrollador.
- El efecto condena: el éxito aparente
Como Sísifo condenado a empujar una enorme piedra cuesta arriba
que siempre volverá a rodar colina abajo.
Estas dietas permiten la pérdida de esos kilos de más, además
de conseguir mantener dichos resultados al menos durante un cierto
tiempo. Lo que ocurre posteriormente es la inevitablemente pérdida
del control junto a la recuperación de esos kilos perdidos. Además,
suelen ser dietas cíclicas, es decir, se pierden y se recuperan
kilos: efecto yo-yo.
Lo que mantienen estas dietas es el éxito parcial y a corto plazo
obtenido a través de ese esfuerzo titánico para conseguir perder
esos kilos. Pero es este inmeso esfuerzo de control lo que con el
paso del tiempo se convierte en el motivo de su propio fracaso, de la
pérdida de control. Lo que en un momento pudo ser una buena solución
termina convirtiéndose con el tiempo en un problema. Además, la
constante alternancia entre éxito y fracaso, entre control y
descontrol, alimenta la ilusión de que más tarde o más temprano se
conseguirán mantener los resultados deseados, con lo que se continua
dentro de la trampa.
- El efecto evitación: renunciar a las sensaciones para evitar la tentación
Nadie puede vivir sin placer. San Agustín
Esta dieta consiste en sacrificar en nombre de la delgadez todo
aquello que pueda ser un peligro, con lo que se renuncia a cualquier
tentación y placer mediante el aislamiento y la abstinencia. Se teme
que cualquier cesión al placer los lleve al colapso y les haga
perder todo aquello que han ganado con tanto esfuerzo.
Además, se trata de un modo de guardar la línea y mantenerse
socialmente más deseable. En el fondo, las personas que optan por
este camino están obsesionadas en que estar delgadas les permitirá
ser más deseados y valorados. Pero paradójicamente, cuanto más
rígidos se vuelven en lo tocante a su alimentación, también
resultan más secos y carentes de fascinación, ya que si por un
lado, pueden ser considerados guapos o en forma, por otro, son
percibidos como secos y carentes de algo. Además, a menudo, puede convertirse en el paso preliminar hacia
la anorexia, en la que dicha obsesión se transforma en algo
incontrolable, en una prisión de la que es difícil salir.
- El efecto rebelión: como no lo consigo, me rindo
La única forma de librarse de una tentación es caer en ella.
O. Wilde
En este caso, tras una serie de fracasos con las dietas se
renuncia al deseo de ser delgados abandonándose a los placeres de la
comida y la bebida. Además, también se interrumpe la actividad
física orientada a estar en forma. Ante la frustración de no
conseguir estar a dieta se reacciona compensando dicho fracaso con el
placer desmedido.
- El efecto de lucha continua: debo consumir más de lo que como
Aquí nos encontramos con personas que practican de manera
obsesiva todos los días actividad física con el fin de quemar más
calorías de las que consumen en su alimentación. En ocasiones, a ésto se
suma también una dieta restrictiva con lo que la dificultad de
mantener dicho esfuerzo todavía resulta más difícil. De este modo,
su lógica consiste en que si me excedo comiendo tendré que
incrementar mi actividad física, lo que se convierte en una
paradoja, ya que a mayor ejercicio más como, y cuanto más como,
más ejercicio hago. Normalmente, en estos casos se alcanza un punto de ruptura en el
que se produce un cese de la actividad física que produce una
ganancia de peso rápida junto a una sensación de derrota.
Además, en muchas ocasiones deriva en lo que se conoce como
exercising, un trastorno obsesivo-compulsivo en el que existe una
obsesión por realizar cualquier tipo de ejercicio físico en el que
se quemen muchas calorías, independientemente del esfuerzo que
requiera, seguido de, o bien, una dieta restrictiva o inmensas
comilonas.
- El efecto hidráulico: si como demasiado, vomito
En el goce, a menudo, placer y disgusto se unen. F.Bacon
La solución puesta en práctica en este caso es vomitar la comida
después de haberla ingerido y degustado, lo que permite disfrutar de
la comida sin engordar o incluso adelgazar. El problema es que dicha
solución se termina transformando en una irrefrenable compulsión,
en un ritual placentero en el que la persona se ve atrapada como por
un demonio.
Se trata de una de las trampas más peligrosas que existen, a causa
de que vomitar es una buena solución inicial, además de eficaz y
fácil de llevarla a la práctica, ya que requiere mucho menos
esfuerzo que ponerse a dieta. El problema está en que enseguida
aparecen sus pésimos efectos. Además, el organismo reacciona contra el vómito reteniendo todo
lo que pueda sin seleccionar que clase de alimentos sean, lo que
conduce a una ganancia de peso con más rapidez y menos comida que lo
habitual. Y lo más peligroso de todo, se aumenta el riesgo de
intoxicación con los conseguientes trastornos digestivos.
- El efecto delegación: la pastilla milagrosa
Dicha solución es la elegida por aquellas personas que sienten
que tienen una voluntad débil, o que se sienten derrotados o se han
rendido. Buscan soluciones que no requieran esfuerzo delegando en
algo externo a sí mismos lo que sólo puede ser conseguido bajo su
responsabilidad y esfuerzo.
Aquí entra en juego la oferta publicitaria de la industria
farmacéutica y cosmética. Y en muchas ocasiones, muchos de estos
productos son engañosos ya que prometen algo que no son capaces de
dar. Pero en particular, existe un tipo de producto que además es
peligroso, los anorexizantes. Se trata de sustancias que reducen el
apetito a la vez que producen en el organismo un efecto de
hiperexcitación. Ello puede tener efectos peligrosos sobre el estado
de ánimo, ya que muchas veces, se tratan de anfetaminas, que también
pueden provocar dependencia. Además, si bien, en un principio se
podría conseguir la tan ansiada pérdida de peso, la alteración
anímica posterior aumenta las probabilidades de una pérdida de
control de la alimentación. Además, los fármacos en vez de ayudar a las personas a
desarrollar sus propios recursos, su autoestima, incrementa el
sentimiento de incapacidad personal. Se podría afirmar, que este
intento de delegación es la solución más devastadora de todas.
Con el fin de no caer y vencer todas estas trampas psicológicas, desde el Centro de Terapia Breve Sakina siguiendo los planteamientos de la terapia breve estratégica, se opta como no podía ser de otra forma por una dieta que viola el sentido y la lógica común, una dieta basada en el placer, la dieta de la paradoja.
Con el fin de no caer y vencer todas estas trampas psicológicas, desde el Centro de Terapia Breve Sakina siguiendo los planteamientos de la terapia breve estratégica, se opta como no podía ser de otra forma por una dieta que viola el sentido y la lógica común, una dieta basada en el placer, la dieta de la paradoja.
G.NARDONE, La dieta de la paradoja, Paidós
C/ Cristobal Lozano nº 20
02400 Hellín (Albacete)
670037355
670037355