lunes, 4 de noviembre de 2013

Tercera herejía de la TBE


“Para poner a prueba la realidad, es preciso obligarla a andar sobre una cuerda tensa y sólo se la puede juzgar cuando se ha vuelto acrobática” O. Wilde

    Cómo la teoría estratégica es radicalmente diferente a las concepciones tradicionales, también lo tendrán que ser sus procedimientos y su proceso. Los principios en los que se basarán serán los propios de la espistemología constructivista: causalidad circular, retroalimentación entre causa y efecto y discontinuidad del cambio y del desarrollo.

    Desde nuestro enfoque, creemos firmemente que es absurda la convicción usual de que los problemas madurados a lo largo de mucho tiempo necesiten para ser resueltos, de manera obligada, de un tratamiento igualmente largo. O del mismo modo, aquellas situaciones que se caractericen por un gran sufrimiento y complejidad, necesiten de una solución igualmente complicada y dolorosa. Los problemas pueden resolverse mediante estrategias que rompan el sistema circular de retro-acciones que mantienen operante el problema. Al romperse este equilibrio disfuncional se hará posible el cambio en el comportamiento y en las concepciones o creencias del sujeto.

    Además, no es necesario una profunda y larga excavación a la búsqueda de un supuesto trauma originario causa de la situación problemática, siempre confirmador del problema, eliminado el citado trauma deberían desaparecer los problemas del paciente. Ni tampoco es indispensable un lento y progresivo proceso de adquisición de insight o conciencia en busca de un hipotético estadio de suprema conciencia de sí mismo, resolución última de todo problema. Estos procedimientos basados en concepciones de causalidad lineal y relación determinista entre causa y efecto ya están superados en todas las ciencias avanzadas, de la biología hasta la física.

    Por el contrario, el enfoque estratégico utiliza prescripciones directas o indirectas de comportamiento, paradojas, trampas comportamentales, sugestiones y reestructuraciones que, rompiendo la rigidez del sistema relacional y cognoscitivo que mantiene la situación problemática hagan posible un salto indispensable hacia la apertura de nuevas vías de cambio, con el consiguiente desarrollo personal y un nuevo equilibrio psicológico. En palabras de Milton Erickson:

“una psicoterapia es buscada en primer término, no para esclarecer un pasado inmodificable, sino a causa de una insatisfacción con el presente y un deseo de mejorar el futuro. Ni el paciente, ni el terapéuta pueden saber en que dirección se ha de verificar un cambio y en qué grado ha de tener lugar este último. Pero se precisa cambiar la situación actual y una vez establecido tal cambio, por pequeño que sea, se precisa de otros cambio menores y un efecto en bola de nieve de estos cambios menores conduce a otros más importantes, de acuerdo con las posibilidades del paciente. Que los cambios sean transitorios, permanentes o evolucionen hacia otros cambios es de vital importancia con respecto a la comprensión del comportamiento humano, tanto respecto a uno mismo, como con respecto a los demás. He considerado mucho de lo que he realizado como una forma de acelerar las corrientes que impulsan el cambio y que maduran ya en la intimidad de la persona y de la familia, pero se trata de corrientes que precisan de lo inesperado, lo ilógico y lo súbito para desembocar en un resultado tangible.”

NARDONE & WATZLAWICK, El arte del cambio, Herder


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