La Verdadera Perspectiva es la ausencia de toda perspectiva:
realización de lo Absoluto.
La escuela Yogaçara al asimilar el Nirvana con lo Absoluto sostiene que la liberación es la condición originaria y permanente de los seres humanos, pero al ser olvidada por éstos debe de ser re-descubierta. Y dicho olvido, que va acompañado de la ilusión de un yo y de un mundo, es lo que produce también el deseo de liberación o Nirvana, pretendiendo alcanzar un fin que de hecho es ya siempre una realidad.
Así pues, si bien se dice que el Nirvana es la liberación de
los errores de la ignorancia, la cesación del sufrimiento de toda
representación (ausencia de avidez, odio, ceguera, creencia en un ego) y el
logro del noble conocimiento, por otro lado, y debido a que la escuela Yogaçara
mantine que todo es conciencia, la diferencia entre Samsara (mundo externo) y
Nirvana (conciencia fundamental) se va a evaporar, no siendo posible concebir
el uno sin el otro. O sea, que si Samsara es en realidad una mera
representación determinada kármicamente en la conciencia fundamental absoluta,
el Nirvana no va ser más que un simple deseo de liberación surgido a partir de
unas tendencias kármicas que nos remiten a lo más propio de nosotros, a nuestra
condición primordial.
En definitiva, puesto que todo es conciencia indiferenciada,
luminosa por sí misma, no se hace necesario soporte-deseo alguno. Pero, si bien
es verdad que el Nirvana se encuentra presente en todo momento residiendo
internamente en nosotros sin que podamos separarnos de ello, no se puede
realizar mientras que se posea un soporte donde detenerse. Por ello, el
Bodhisattva se esforzará en elevar su corazón hacia esta luz eterna sin tomar
jamás punto de apoyo alguno. Sólo abandonando todo soporte
(apego-discriminación) se hace posible morar en la Conciencia Pura, en la
Vacuidad-Talidad. Sin soporte se alcanza la liberación, y no sólo para uno
mismo, sino para todas las criaturas pues ya no se encuentran encadenadas a los
deseos del ego. Y ser sin morada, es ser sin conciencia en plena conciencia, es
decir, sin conciencia intencional propia, lo que implica abandonar la dualidad sujeto-objeto, pero en plena conciencia espiritual: Conciencia luminosa de la
Talidad como fondo indiferenciado en la que todo desemboca.