miércoles, 2 de octubre de 2013

Primera herejía de la TBE


Para conocer la verdad es preciso imaginarse miles de falsedades. Porque, ¿qué es la verdad? Para la religión, es simplemente una opinión que pervive. Para la ciencia, es el último descubrimiento sensacional. Para el arte, nuestro último estado de ánimo” Oscar Wilde
   
     Hereje es aquel que tiene posibilidad de elegir. Y el terapéuta estratégico puede considerarse un hereje respecto a los modelos tradicionales, ya que no se deja encarcelar ni por un modelo rígido de interpretación de la naturaleza humana y de la realidad, ni por una concepción metodológica rígida y ortodoxa de la psicología y la psiquiatría. Su quehacer, como diría Ortega, se basa en la epistemología constructivista que parte de la comprobación de la imposibilidad, por parte de cualquier ciencia, de ofrecer una explicación absolutamente verdadera y definitiva de la realidad y sobre el hecho de que la realidad, más bien, está determinada por el punto de observación del investigador/sujeto. No existe una sola realidad, sino tantas realidades como puntos de observación e instrumentos empleados para observar.

    No se describe la naturaleza humana en términos de sanidad o normalidad en oposición a los términos propios de la patología, como sucede con las teorías tradicionales, sino que desde el enfoque estratégico lo que interesa es la funcionalidad del comportamiento humano frente a los problemas de la existencia y de la convivencia de los individuos, en los mismos términos de percepción y relación que todo individuo vive consigo mismo, con los demás y con el mundo. No se dirige la atención hacia los objetos/sujetos en sí, sino a los objetos/sujetos en su relación consigo mismos y con los demás, ya que es imposible aislar a un sujeto de su contexto interactivo. O lo que es lo mismo, ante una cerradura no importa la cerradura en sí, sino únicamente la llave que la abre.

     Así pues, lo relevante es la relación interdependiente que cada cual vive consigo mismo, con los demás y con el mundo. El objetivo pues, es el buen funcionamiento de estas relaciones, no en términos generales y absolutos de normalidad, sino en términos de realidad totalmente personal, diversa de individuo a individuo y de contexto a contexto. Siempre se adaptan las estrategias a la situación y a las personas, y no la situación y las personas a las propias teorías.

NARDONE & WATZLAWICK, El arte del cambio, Herder


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