viernes, 28 de junio de 2013

Los Primeros Principios




Al contrario de lo que piensan el platonismo y la sofística, la unidad y la pluralidad no son excluyentes – para poder escapar de la aporía hay que negar la dicotomía a través de una afirmación que articule y diferencie los diferentes planos ontológicos –, sino diversas dimensiones de lo real, es decir, diferentes significados y niveles de los lenguajes en los que acontece la realidad. El ser es múltiple y posee significaciones inderivadas, no deductibles, originarias; y estos diferentes planos ontológicos se encuentran articulados entre sí vía pròs hén. Cada una de estas significaciones o diferencias no se derivan ni pertenecen a ningún Uno-Origen, sino que el origen propio de cada una de ellas es originario. Su unificación se debe a que todas y cada una de ellas establece un enlace constitutivo, remitiendo o refiriéndose de diverso modo a un polo irreferencial. Esta referencia las sitúa a cada una en su lugar natural correspondiente ingresándolas en un sistema unitario, donde cada una cumple su función determinada para la comunidad. En concreto, “los sentidos del ser se enlazan y unifican por referir, de distinta manera, a uno de ellos superior” (1), con lo que es condición de toda realidad regular formar parte de un conjunto organizado, de un sistema estructural de referencia (2). Así pues, la estructura referencial prós hén será el criterio y la que nos permita comprender y explicar como la polisemia significativa originaria-limitada del ser se articula, teniendo presente que el ser se dice según las categorías, la entidad u ousía, el accidente, lo verdadero y lo falso, y el acto y la potencia.

Hagamos un alto en el camino antes de proseguir con el estudio de la vía prós hén para reparar en las tres perspectivas de la causalidad condicional o referencial que caracteriza el caminar aristotélico. La primera es la entitativo-substancial o significativa, lo-que es; la entidad es la diferencia o significatividad ontológica y se dice como indeterminación material, como lo determinado material-formal, el compuesto-sujeto, y como lo determinante-formal, la esencia. La segunda perspectiva es la propia de la modalidad, o sea, de que modo es lo-que es; desde el punto de vista modal también nos hallamos con tres niveles, el de la potencia material, el mixto de acto-potencia o movimiento, y el sólo actual: enérgeia y entelécheia. La última corresponde a la henología, es decir, a la divisibilidad o indivisibilidad; el uno se dice en tantos sentidos como la entidad: como uno indivisible en acto, pero divisible en potencia, según la cantidad, como un todo compuesto que es cada uno, y como un uno indivisible según la diferencia primera. Estas tres perspectivas ontológicas se conjugan entre sí dando lugar a una tríada constituida por lo contingente, por la necesidad hipotética o contingente y por la necesidad absoluta, la cual hemos creído conveniente mostrar en la siguiente tabla topológica para un mayor claridad (3):

                                                                                                    Perspectivas
Triada
Entitativo-substancial
Modal
Henológica
Contingente
Unidad o composición debido a la co-incidencia
Lo potencial
Lo referido, divisible y múltiple
Necesidad hipotética
Uno-todo-complejo, compuesto
Potencia-acto
Referido-referente, divisible-indivisible, corruptible-incorruptible
Necesidad absoluta
Identidad significativa plena o sólo forma
Lo simple, sólo acto-actividad plena
Lo indivisible, indiferible,irreferible



Volviendo a la estructura relacional pròs hén, el pròs significa hacía y se trata de una articulación modal direccional y legisladora, la cual marca la dirección del sistema, hacía el ser pleno, de acuerdo al principio que recorre toda la obra de Aristóteles, el de la plenitud y de lo mejor. En cuanto a lo que concierne al hén, éste significa uno y se trata de la medida de todas las cosas, el polo referencial, el primer principio, fin y bien común de toda-cada vida. El hén hace referencia a la perspectiva henológica, al contenido entitativo o significativo de la esencia, decidiendo en cada caso el sentido de los significados implicados. Como polo referencial es formal a la materia – determinante y unificante: inteligible – y final al movimiento del compuesto – plenitud, complección, acto perfecto. Con lo que el pròs hén es la síntesis que enlaza y separa entre sí a las plurales unidades significativas; es la tensión dinámica hacía la plenitud de cada ámbito semántico que mantiene enlazados ordenadamente los sentidos del ser originariamente plurales (4). Con ello Aristóteles rescata las ideas platónicas estableciendo su naturaleza substancial y esencial, ya no genérica-universal-predicativa, sino como forma-causa con causalidad final activa. Sigue habiendo participación, pero la dirección de referencia cambia, ya no se trata de un Uno-Todo que origina lo sensible, sino que los sensibles son pluralmente originarios y se refieren cada uno a su fin – que a su vez, son plurales y originarios – que es lo que les otorga sentido y que sin ellos no podría realizarse. Con lo que la clave está en optar por una unidad de acción en vez de una unidad semántica en cuanto primer principio, sin que ello quiera significar la renuncia de toda unidad semántica, sino más bien su articulación y subordinación (5).

En el camino que nos lleva desde lo primero para nosotros a lo primero en sí, desde lo sensible a lo suprasensible en lo sensible separable mediante la intelección hasta lo sólo suprasensible, la actividad plena y eterna del noûs, nos encontraremos con dos modos principales de decirse la estructura referencial del pròs hén para no abandonar la ley propia de la realidad que expone el macedonio, que el ser se dice de plurales maneras. Así, por un lado nos las veremos con un prós hén substancialcategorial caracterizado por una relación intrínseca y constitutiva que comprende dos ámbitos: uno semántico y otro modal; y por el otro, con uno intersubstancial correspondiente a una relación extrínseca y no constitutiva de la substancia sino de la unidad del kosmos (6).

NOTAS

(1)T.OÑATE, Para leer la Metafísica de Aristóteles en el siglo XXI, Dykinson,
Madrid 2001, p. 343
(2)Cfr., T.OÑATE, Para leer la Metafísica de Aristóteles en el siglo XXI,
Dykinson, Madrid 2001, pp. 343-344
(3)Ibid pp. 282-284
(4)Ibid pp. 343-344 y p. 383
(5)Ibid pp. 353-356
(6)Ibid p. 395


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