La
familia es el contexto social por excelencia en el cual se comienza a
entender cómo es el mundo, el fundamento de las relaciones sociales,
así como a configurar un sistema de valores personales y una
identidad personal. Dicha trasmisión tiene lugar en un ambiente o
clima familiar emocional que está marcado por el tipo de estilo
parental
utilizado por los padres. Los estilos
parentales
están formados por el conjunto de actitudes de los padres hacia el
hijo que, consideradas conjuntamente, crean un clima emocional en
dónde se expresan las prácticas educativas con las consiguientes
consecuencias en el ajuste psicosocial de los hijos. A través de
diferentes estudios se han obtenido cuatro estilos parentales.
- El estilo autorizativo o democrático se caracteriza por la presencia de muestras de afecto, así como por el control y supervisión de los hijos mediante la razón y el diálogo, más que con la imposición. Este estilo es el que más se encuentra relacionado con un óptimo ajuste psicológico y conductual de los hijos: competencia y madurez psicosocial, elevada autoestima y autoimagen positiva, éxito académico, enérgicos, gran capacidad de autocontrol, capacidad empática, altruismo y bienestar emocional.
- El estilo permisivo es característico de padres afectivos que conceden un elevado grado de autonomía a sus hijos sin restringir ni controlar su comportamiento. Las consecuencias de ello son hijos impulsivos, dependientes y con problemas de regulación emocional.
- El estilo autoritario se caracteriza por valorar la obediencia y restringir la autonomía del hijo con escasas muestras de afecto. Da lugar a hijos conflictivos, irritables, descontentos y desconfiados, que presentan problemas de autoestima y autoimagen negativa. Poseen baja competencia social, malas estrategias interpersonales y bajo rendimiento académico. El excesivo uso de castigo físico aumenta las probabilidades de conductas delictivas.
- El estilo negligente es característico de padres que se centran únicamente en sus propios intereses, proporcionando poco apoyo y afecto a sus hijos y estableciendo escasos límites de conducta. Hijos con escasa competencia social, problemas de comportamiento y agresividad, problemas de ansiedad y depresión junto a una baja autoestima, autoimagen negativa y falta de empatía. Es más probable que desarrollen comportamientos antisociales y/o delincuencia.
Si
bien en toda familia existen rasgos más afines o característicos
de alguno de estos estilos parentales se pueden producir
desplazamientos de un estilo a otro en función de las
circunstancias, de las necesidades o momento evolutivo del hijo. Así
pues, las familias prototipo no existen, sino que cada familia se
encuentra más o menos próxima a un estilo concreto que a otros
(Arias Orduña, Morales Domínguez, Nouvilas Pallejá &
Martínez-Rubio, 2012).
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