viernes, 27 de septiembre de 2013

Identidad equivocada




Nasrudín estaba muy enfermo y todo el mundo pensaba que moriría pronto. Su mujer ya se había vestido de luto y comenzó a llorar y a gemir. El Mulá era el único que permanecía inmutable.

- Mulá – preguntó uno de sus discípulos - ¿cómo es que puedas enfrentarte a la muerte con tanta calma, e incluso reírte de vez en cuando, mientras nosotros que no vamos a morirnos estamos atormentados con la idea de que puedas dejarnos?
- Es bastante sencillo. Mientras yazgo aquí mirándoos, me digo a mi mismo: “Tienen todos tan mal aspecto que estoy casi seguro de que cuando venga el Ángel de la Muerte confundirá por lo menos a uno de ellos conmigo, dejando un rato más aquí al viejo Nasrudín...”.